El pop es un género que siempre ha tenido mala prensa. Primero fue bastardeado y visto como un género menor, propio de las clases populares, opuesto a la música culta. Luego, con la llegada del rock, pasó a ser un género complaciente, pegadizo, sí, pero carente del desafío y la rebeldía del rock. Finalmente, con la llegada del marketing de última generación, pasó a ser visto como una mera apuesta comercial. Claro, para los que disfrutan del pop (un género tan amplio que sólo puede definirse muy por arriba), estas son consideraciones que no entran en juego; más bien son problemas que se inventan o tienen presentes los seguidores del férreo dogmatismo del rock, quienes para reconocer que les gusta una canción pop deben recurrir a complejas figuras justificativas como el “placer culposo”.
Para las miles de personas que colmaron ayer el estadio Luna Park no hubo, en cambio, ningún tipo de culpa a la hora de disfrutar de las casi tres horas de pop que regalaron Kudai y Amaia Montero, en el marco de la extensa gira Movistar Música. Cada uno de los artistas con sus armas, con su estilo, y con el mismo nivel de popularidad (la española para un target más adulto y los chilenos para un público más teen) lograron colmar las expectativas de los miles de fanáticos que se fueron satisfechos con la actuación de sus ídolos.
La jornada a puro pop se inició con la presentación de los españoles 84, un correcto grupo deudor de las enseñanzas de Los Rodríguez (de hecho versionaron “Mi Enfermedad” junto con otros clásicos de Charly García y Fito Páez); este quinteto español es la segunda banda seleccionada por el Sello Movistar en España, la primera iniciativa discográfica virtual del mundo que intenta impulsar contratos discográficos para apoyar a los nuevos artistas. En Argentina opera desde hace cinco meses y muy pronto se dará a conocer el primer artista local seleccionado… y sí, el marketing llegó al pop con toda su ingeniería. Pero nadie en realidad prestó atención a esto. Lo que todos esperaban eran los dos grandes nombres de la noche.
Y esos dos grandes del pop vienen de historias distintas pero comparten un mismo dominio del lenguaje del pop. La española Amaia Montero, que se encuentra presentando su disco debut, “Amaia Montero”, lanzado el año pasado, luego de la separación de los también famosísimos La Oreja de Van Gogh, transita muy cómoda el pop de guitarras plácidas y melodías gentiles. Por su parte lo del cuarteto chileno Kudai, que se encuentran presentando su tercer disco de estudio, “Nadha”, pasa más bien por el nü pop, con letras que abordan temas más jugados y una estética teen siglo XXI.
A minutos de las 21 subió a escena el cuarteto chileno ante el delirio de la porción más joven de asistentes al estadio Luna Park. Con los acordes de “No te vayas”, perteneciente a su último trabajo, los chilenos comenzaron un set casi una hora que recorrió todos sus hits. Inmediatamente lo siguieron con “Escapar”, canción que abría su disco debut, “Vuelo” (04), y el primer momento en que la banda se lució con su pop post Linkin’ Park. Las power baladas, deudoras del heavy metal, “Nada es igual” y “Ya nada queda”, demostraron que lo mejor del cuarteto no pasa por estos terrenos.
“Disfraz”, del último disco, con sus juegos de armonías vocales y su tempo acelerado pusieron las cosas en su lugar nuevamente. Para no perder el momento de euforia siguieron con la reciente “Morir de amor”, una canción contra las relaciones violentas y “Llevame” y “Quiero mis quince”, ambas del segundo disco “Sobrevive” (06). El show cerró, previo agradecimiento a la lealtad de “los chicos argentinos”, con “Lejos de aquí”, canción que abre su último trabajo.
Pasadas las 22 horas subió a escena Amaia, el plato principal de la noche. Vestida de negro y con su tradicional sonrisa, la cantante oriunda del País Vasco, inicio el show con una canción de su disco debut, “Círculos”, que bien puede ser tomado como una declaración de independencia: “hoy quiero ser lo que yo tanto soñé”. Siguió con más temas del debut: “Ni puedo ni quiero”, con aires retro, y “Mirando al mar”, un midtempo con estribillo melodramático: “Dime corazón, dime que es peor, ver como te vas o quedarme hasta el final”.
La primera gran explosión del público llegó con “Muñeca de trapo”, primer corte de Guapa (06), su último trabajo con La Oreja de Van Gogh. No bien terminó de anunciar que tocaría un medley de canciones viejas, todos los micrófonos del escenario dejaron de funcionar y retrasaron el show por diez minutos; cuando volvió Montero hilvanó una seguidilla de viejos hits de su anterior banda: “El 28″, “Cuidate” y “Cuentame al oído”.
Luego del popurrí de viejos clásicos, Montero retomó sus nuevas canciones con el mejor momento de la noche, “4 segundos”, un midtempo contagioso que mezcla iguales dosis del sonido del rock Indie de guitarras (donde se crió Amaia) con el lenguaje pop (camino elegido ahora) y en donde da rienda suelta a su voz, tan expresiva como caudalosa. Y todo esto lo reafirmó en el gran hit que la hizo conocida en todo el mundo, “Rosas”, de “Lo que te conté mientras te hacías la dormida” (03).
El show cerró con “Tulipán”, otro rock donde demuestra su formación en el Indie español y en donde rinde homenaje a sus ex compañeros de banda: “Que siempre os echaré de menos, que lo demás son sólo cuentos. Siempre seréis mis cuatro ángeles y mientras viva lo recordaré”. Para los bises interpretó una versión acústica de su primer single solista, y su mejor canción, “Quiero ser”, otro momento para lucir su caudal vocal y su carisma. Para el final de la noche restaba “Puedes contar”, el hit de La Oreja de Van Gogh que recuerda noches de invierno en Madrid sobre un riff de guitarras circular y pegadizo.
Noche de pop de estribillos pegadizos, noche de canciones cortas, noche de gritos de histeria, noche de agradecimientos, noche de hits… noche de pop.
Leo Aguirre
Serenity Heredia